Bush, las armas de destrucción masiva y los zapatos como símbolo del fin de una era
Bush afirmó hace unos días que creer que había armas de destrucción masiva en Irak fue el «mayor error» de su presidencia.
Pero, al grito de «¡Toma tu beso de despedida, pedazo de perro!»,
hemos podido ver como un periodista iraquí, Muntazer al-Zaïdi, le
lanzaba sus zapatos al presidente Bush en su última conferencia en
Bagdad.
Dos zapatos que se convierten en un perfecto símbolo que marca la
irrelevancia y la impotencia del fin de una presidencia de 8 años
nefasta para el mundo. Nada de armas, de momentos épicos. Simplemente
una farsa, un acto ridículo cargado con el símbolo de unos zapatos. No
es nuevo, el zapato ya adquirió identidad en la política, hace 48 años,
con el zapatazo de Nikita Kruschev en la Asamblea de las Naciones
Unidas.
Al final, el tiempo le ha dado la razón a Aznar, cuando afirmó
contundentemente, en 2003, que en Irak habían armas de destrucción
masiva. Estaban en los pies de los iraquíes, transfiguradas en zapatos,
millones de zapatos que pueden empezar a volar.
Después de todo lo que ha ocurrido, sería gracioso que, en el
imaginario colectivo, la única imagen que quede de la presidencia Bush y
acólitos sean dos zapatos del 43 volando.
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