Lakota, Cataluña, esquizofrenia y política
Si alguien me pregunta qué es Cataluña, sea autóctono o foráneo, siempre respondo que es una nación histórica con un idioma y cultura propia que forma parte del Estado Español desde hace siglos y que, hoy, una parte importante de la población, pero no mayoritaria, desearía independizarse y constituir un estado políticamente independiente, sea por consideraciones históricas, culturales o económicas y que forma parte, desde diciembre de 2018, de la Organización de Pueblos y Naciones No Representados (UNPO). Hay que señalar, que Cataluña es una incorporación muy reciente en este organismo internacional —un año y medio— si consideramos que la nación Lakota — nación Sioux—- cerca de las Sagradas Colinas Negras de Dakota del Sur, Estados Unidos lleva más de 25 años registrada en dicho organismo reivindicando su independencia como nación. Pongo este dato con un toque exótico, para poner en contexto los ritmos, muy lentos, pero que muy lentos en el caso catalán, si lo comparamos con los sioux, para la construcción del relato internacional de nación oprimida desde hace siglos.
También intento explicarles que hoy el debate político, social, cultural y económico, está muy polarizado en posiciones extremas, sobre todo, en determinados sectores del independentismo y del unionismo y que es muy difícil intentar tener una visión más o menos objetiva. Los libros sobre el proceso independentista se han convertido en todo un género editorial, donde las crónicas y ensayos se alternan con los testimonios de algunos protagonistas. La realidad, distorsionada, es que, en estos últimos años, tanto Rajoy como Puigdemont rehuyeron de las salidas negociadas, abstrusas, lentas y hasta agobiantes — fácil de prever en la hipotética desconstrucción de un Estado con una trayectoria histórica de siglos con un amplísimo reconocimiento y apoyo internacional— y apostaron por el choque institucional, alimentando un fanatismo efímero, unos más dogmáticos poseídos y otros más cínicos, pero ambos muy corrosivos democráticamente.
De aquellos polvos estos lodos, en unos escenarios y contextos políticos, sociales, económicos y de salud a escala mundial han cambiado radicalmente. En España ya no gobierna Rajoy, hay un nuevo talante político con sus pros y contras, aunque no satisfaga a todos como es obvio, desbordado por la mayor crisis sanitaria y económica, después de la guerra civil española, provocada por la pandemia. Sin embargo, Puigdemont y sus acólitos siguen alimentando el choque institucional, dándose la paradoja que el gobierno autonómico actual, con continuas reyertas públicas entre sus dos socios — JuntsXCat y ERC— motivadas por la hegemonía política dentro del independentismo, por un lado intenta alimentar con una excesiva gesticulación la imagen de ser el gobierno de una República independiente paralizada y oprimida por el Estado y, al mismo tiempo que acata todo lo que emana de dicho Estado, podríamos decir que es lo más parecido al régimen de Vichy de la Francia ocupada. Difícil cohabitación, en un mismo ser, de los espíritus de Philippe Pétain y de Charles de Gaulle. Una especie de esquizofrenia política que ni el propio Maquiavelo no logró describir en su obra “El Príncipe” aunque aparezcan algunos de sus ingredientes. Sí, es esquizofrenia política, entendiendo esta como la alteración de la capacidad de las personas para percibir en forma correcta la realidad de su entorno, y que, lamentablemente, comparte una parte del independentismo sociológico, lo que ha conllevado a que la cohesión social y el respeto entre catalanes está muy resquebrajado. Niegan el conflicto social quienes han logrado que amigos, colegas y hasta familiares callen discrepancias o dudas creando artificialmente una Cataluña monolingüe, monolítica y monoteísta.
Como es lógico, les transmito a mis interlocutores que para mí la Cataluña socialmente real es todo lo contrario, es plurilingüe, variada y politeísta y está presente. Al mismo tiempo, debo manifestar que vivo con cierto desasosiego el constatar que algunos amigos y conocidos se han ido convirtiendo en unos dogmáticos y talibanes de un cierto ultranacionalismo, tanto catalán como español, que rehuyen, en su esquema mental, de cualquier argumento o criterio que pueda cuestionar el pensamiento único en el que se han asentado. Algunos me califican de equidistante, con el objetivo de descalificarme porque no tomo partido, y yo les respondo que no, que lo único que hago es practicar un pensamiento abierto y, en la medida de lo posible empático, a pesar de las incertidumbres que me plantea.
Obviamente, les digo que las soluciones a los problemas, a corto plazo, no van a ser fáciles y va ha requerir mucho consenso entre las representaciones políticas de las partes —entre el propio independentismo y el independentismo con los no independentistas— y que se debería renunciar a la consigna fácil y al mesianismo para empatizar con los ciudadanos en su condición de ser humano, en lugar de tratarlo como un posible voto o un ítem estadístico.
¿Quién logrará antes la independencia, los habitantes de Lakota que han sufrido enormemente bajo la colonización protestante anglosajona blanca, incluido el etnocidio y la reubicación forzada, lo que condujo a una pérdida de identidad cultural que causa depresión y desesperación, lo que ha dado paso a las comunidades actuales de Lakota que se ven desproporcionadamente afectadas por el abuso de alcohol y drogas, enfermedades mentales y apatía; o esa parte de habitantes de la Cataluña que a lo largo de la historia ha sido uno de los constructores más activo, aunque a trancas y barrancas por razones políticas, económicas y culturales, del Estado español y cuya capital, Barcelona, actualmente es uno de los principales centros urbanos económicos, financieros y culturales de Europa, así como uno de los principales centros tecnológicos, turísticos, culturales y comerciales del mundo. También es un importante centro de transporte europeo, hogar de uno de los puertos de carga más activos del Mediterráneo y el más grande en términos de actividad de cruceros, así como el séptimo aeropuerto europeo más ocupado en 2018, tal como lo describe la ANC? ¡Vete a saber!
La conexión de indios norteamericanos y catalanes, Ya lo cantaba la Trinca en 1981: com el far-west no hi ha res!
Imagen: Rich Haridy. Dominio Público.
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